sábado, 29 de marzo de 2014
Homeland: su golpe de gracia final. [SPOILERS]
Homeland ha muerto. Lo supe cuando vi el capítulo final de la tercera temporada y me lo temí con el final de la segunda. Esa cuarta temporada ya no será Homeland. Lo próximo bien podría titularse "Carrie's Adventures" o lo que les venga en gana. No Brody no Homeland.
Creo que he sido un espectador poco exigente con la serie. Muy poco exigente. Cuando todo el mundo destripaba las incoherencias de guión, la inverosimilitud de algunos hechos o las situaciones a menudo metidas con calzador y un poco de vaselina, yo no me quejé. Acepté la serie como era. La entendí en la bipolaridad (chascarrillos aquí) entre Claire Danes y Damian Lewis. Carrie Mathison y Nicholas Brody respectivamente. Eran los ejes de una misma rueda. Supe aceptar cómo una agente de la Agencia Central de Inteligencia se dejaba guiar más por sus impulsos que por su raciocinio. Asumí que a veces desbarataba planes muy bien organizados por puro instinto. Tragué, no sin pan y un poco de aceite, que la CIA era cosa de tres cocos, estrellas de lo suyo. Me comí que una enferma mental pudiera ser la que llevara casi media agenda de la CIA en asuntos de terrorismo en Oriente Medio. Luego vino su affair con Brody. Pero su locura ya estaba bien planteada, asentada en la serie. La mayor parte de un espectro amplio de espectadores lo aceptábamos. Nos daba igual lo absurdo de la situación. Queríamos ese face to face entre Mathison y Brody. Y lo tuvimos.
He leído que la trama de Brody no podía estirarse más, que la segunda temporada se hirió de muerte y acabó por desangrarse en la tercera. Quizás lleven razón. La tercera temporada ha resultado ser un vaivén narrativo irregular. Ha estado deambulando más de media temporada con historias que no aportaban ni ayudaban a la trama principal. La desaparición paulatina de la familia Brody y la innecesaria atención a Dana y sus problemas psicológicos ha resultado ser paja de relleno que no ha llevado a ningún lugar. Aún así, el único capítulo soporífero de verdad resultó ser el centrado exclusivamente en Brody cuando llega a Caracas. Un capítulo lento, sin dinamismo, no sé muy bien si necesario, puesto que visto desde la perspectiva global que da la temporada completa, no ha resultado ser imprescindible. Pero de eso está cargada la tercera temporada, de minutos prescindibles. Aún así uno lo acepta porque es Homeland y porque quizás esperábamos algo más de Carrie y Brody. No sé muy bien qué.
Homeland es una serie de sensaciones, de emociones. La coherencia narrativa y la falta de veracidad en la historia es algo que dejamos en un cajón casi al final de la primera temporada. Uno lo acepta y se divierte, sufre con las ambigüedades de sus personajes, se sorprende al darle un último giro en cada final de capítulo y en definitiva, la serie se convierte en una maquinaria de entretenimiento efectiva. Pero, cuando una serie se cimenta en las emociones y en las relaciones interpersonales de dos personajes fundamentales se arriesga a que el espectador exija al menos un final digno para un personaje onfálico como lo era Brody.
Y cierto es que los creadores no deben ni tienen que estar al servicio del público pero hoy me permito ser un poco egoísta porque aunque su productor, Alex Gansa, haya dicho que el final de la tercera temporada se debe meramente a cuestiones artísticas, no lo he terminado de encajar bien. "The Star", así se titula el último capítulo de la temporada, deja un sabor amargo. Después de tanta tomadura de pelo, de que aceptáramos (o no) un plan que por su planteamiento se antojaba increíble (el cruce de la frontera con Irán, el acercamiento de Brody al primer ministro iraní Akbari, etc...) no han sabido darle un final digno al personaje. No sabemos siquiera la reacción de la familia ante la muerte de Brody ni si la CIA tiene planes de informale, al menos, en petit comité de toda la verdad sobre los hechos de Langley, su penitencia en ese edificio de Venezuela o la misión suicida a Irán para cumplir con los designios de Saul y así redimirse de sus errores, que los tuvo. Pero Brody fue un personaje sufriente (por dos veces), era imposible no equivocarse. Su redención no debería haber residido en su muerte.
No sé qué harán con esa cuarta temporada que se avecina pero, como ha dicho Alberto Nahum, ya es demasiado tarde. Nicholas Brody merecía una segunda oportunidad, un último perdón; atando cabos y desapareciendo de la serie con dignidad. Los guionistas no creyeron lo mismo. Lo mataron y con él asestaron el golpe de gracia definitivo a Homeland, una serie que ha acabado ahogándose con sus propias manos.
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